viernes, septiembre 30, 2005

El Problema

Cuentan que cierto día en un monasterio Zen-Budista, los monjes se encontraron con la muerte de uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un substituto.

El Gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quien seria el nuevo centinela. El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, dijo:

- Asumirá el puesto el primer monje que resuelva el problema que voy a presentar.

Entonces, coloco una preciosa mesita de finas maderas en el centro de la enorme sala en que estaban reunidos, y encima de esta coloco un jarrón de porcelana con un diseño de exquisito gusto y refinamiento, con varias rosas amarillas de extraordinaria belleza en el. Y dijo así:

- ¡Aquí está el problema! –señalando directamente al precioso jarrón.

Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de extremo valor y belleza, con maravillosas flores en su interior.

¿Que representaría? ¿Que hacer? ¿Cual era el enigma encerrado detrás de todo esto? ¿Donde estaba el problema?

En ese instante, uno de los discípulos saco una espada, miro al Gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y... ¡zas! Blandiendo la espada, destruyo todo de un solo golpe.

La escena fue impresionante.

Tan pronto el discípulo retorno a su lugar, el Gran Maestro dijo con voz contundente:

- Usted será el nuevo Guardián del monasterio.

Moraleja de la historia:

No importa cual sea el problema. Ni que sea algo lindísimo. Si ves un problema, precisa ser eliminado. Un problema es un problema, y como tal, es un imperativo categórico eliminarlo. No importa que se trate de una mujer sensacional y atractiva, o de un hombre maravilloso y seductor, o de un gran amor que se acabo. Por mas lindo que sea o haya sido, si ya no existe mas sentido para el en tu vida, tiene que ser suprimido.

Muchas personas cargan en su vida entera el peso de cosas que fueron importantes en el pasa y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus corazones y mentes. Espacio que es indispensable para recrear la vida.

Existe un proverbio chino que dice:

Para tu poder beber vino en una copa que se encuentra llena de ti, es necesario primero tirar el ti, y entonces poder servir y beber el vino”.

Limpia tu vida. Comienza con las gavetas y armarios, hasta llegar a las personas del pasado que no hacen mas sentido en tu vida y que están ocupando un espacio en tu corazón. Un espacio indispensable para ser ocupado por tu alegría de vivir.



jueves, septiembre 29, 2005

EL BIGOTE DEL TIGRE

Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda. El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.

Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:

- ¿Por qué viniste?

Yun Ok respondió:

- Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!

- Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción ?

- Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré verdaderamente perdida.

- Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, resignado por fin a escucharla.

- Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un gran amor por él.
Durante los últimos tres años ha estado peleando en la guerra.
Ahora que ha vuelto, casi no me habla, a mí ni a nadie.
Si yo hablo, no parece oír.
Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo comida que no le gusta, le da un manotazo y se va enojado de la habitación.
A veces, cuando debería estar trabajando en el campo de arroz, lo veo sentado ociosamente en la cima de la montaña, mirando hacia el mar.

- Si, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a su casa después de la guerra -dijo el ermitaño-, Prosigue.

- No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero una poción para darle a mi marido, así se vuelve cariñoso y amable, como era antes.

- !Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Una poción!
Muy bien, vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta para esa poción.

Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de la montaña.

- Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu poción. Pero el ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo. Tráeme su bigote y te daré lo que necesitas.

- ¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo haré para conseguirlo?

- Si esa poción es tan importante, obtendrás éxito -dijo el ermitaño.
Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.

Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo conseguiría el bigote del tigre. Hasta que una noche, cuando su marido estaba dormido, salió de su casa con un bol de arroz y salsa de carne en la mano. Fue al lugar de la montaña donde sabía que vivía el tigre.
Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el bol de comida, llamando al tigre para que viniera a comer.

El tigre no vino.

A la noche siguiente, Yun Ok volvió a la montaña, esta vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo ofreció al tigre un bol de comida.
Todas las noches Yun Ok fue a la montaña, acercándose cada vez más a la cueva, unos pasos más que la noche anterior. Poco a poco, el tigre se acostumbró a verla allí.

Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva del tigre.
Esta vez el animal dio unos pasos hacia ella y se detuvo. Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo mismo ocurrió a la noche siguiente, y esta vez estaban tan cerca que Yun Ok pudo hablar al tigre con una voz suave y tranquilizadora.

La noche siguiente, después de mirar con cuidado los ojos de Yun Ok, el tigre comió los alimentos que ella le ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las noches, encontraba al tigre esperándola en el camino.

Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle suavemente la cabeza con su mano. Casi seis meses habían pasado desde la noche de su primera visita. Al final, una noche, después de acariciar la cabeza del animal, Yun Ok dijo:

- "Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno de tus bigotes. ¡No te enojes conmigo!" Y le arrancó uno de los bigotes.

El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por el camino, no caminando sino corriendo, con el bigote aferrado fuertemente en la mano.

A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el mar, ya estaba en la casa del ermitaño de la montaña.

- ¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del tigre! Ahora puedes hacer la poción que me prometiste para que mi marido vuelva a ser cariñoso y amable.

El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho, pues realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante y lo dejó caer en el fuego que ardía en su chimenea.

- ¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste con el bigote!

- Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.

- Bueno, fui a la montaña todas las noches con un bol de comida. Al principio me mantuve lejos, y me fui acercando poco cada vez, ganando la confianza del tigre. Le hablé con voz cariñosa y tranquilizadora para hacerle entender que sólo deseaba su bien.
Fui paciente. Todas las noches le llevaba comida, sabiendo que no comería. Pero no cedí. Fui una y otra vez.
Nunca le hablé con aspereza. Nunca le hice reproches. Y por fin, una noche dio unos pasos hacia mí.
Llegó un momento en que me esperaba en el camino y comía del bol que yo llevaba en las manos. Le acariciaba la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta.
Sólo después de eso le saqué el bigote.

- Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su confianza y su amor.

- Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok llorando-.
¡Todo fue para nada!

- No, no me parece que todo haya sido para nada -repuso el ermitaño-.
Ya no hace falta el bigote. Yun Ok, déjame que te pregunte algo:
¿es acaso un hombre más cruel que un tigre? ¿Responde menos al cariño y la comprensión?

Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y la confianza de un animal salvaje y sediento de sangre, sin duda puedes hacer lo mismo con tu marido.

Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos. Luego avanzó por el camino reflexionando sobre la verdad que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.



miércoles, septiembre 28, 2005

El collar de turquesa azul

El hombre estaba tras el mostrador, mirando la calle distraídamente. Una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina.

Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto.
Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul. "Es para mi hermana.
¿Puede hacer un paquete bien bonito?". -dijo ella.
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: -¿Cuánto dinero tienes?
Sin dudar, sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:
-"¿Esto alcanza?".
Eran apenas algunas monedas las que exhibía orgullosa.
-"¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana mayor.
Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella.
Es su cumpleaños y estoy segura que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos"
El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.
-"Tome, dijo a la niña. Llévelo con cuidado".
Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo.

Aún no acababa el día, cuando una linda joven entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó:
-"¿Este collar fue comprado aquí? "¿Cuánto costó?
-"Ah!", - habló el dueño del negocio.
"El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente". La joven exclamo:
-"Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo". El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven y le dijo: - "Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar":

ELLA DIO TODO LO QUE TENIA".
El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.

La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones. La gratitud de quien ama no coloca límites para los gestos de ternura. Agradece siempre, pero no esperes el reconocimiento de nadie. Gratitud con amor no sólo reanima a quien recibe, reconforta a quien ofrece.



martes, septiembre 27, 2005

Paz entre colores

Un día, los colores entraron en guerra.

Por supuesto, ya que uno pensaba que era mejor que el otro.

El amarillo no paraba de jactarse de su valor, pues el oro es el elemento más valioso de todos.

El rojo, de su fuerza y poder ya que es lo que más está presente en las guerras.

El verde no se cansaba de alabar la naturaleza, donde era rey.

Bueno, cada uno hablaba tanto de sí que pelearon mucho. Con esto, el mundo perdió los colores. Ya no había gracia en la vida, no había belleza.

Los hombres entonces se reunieron para ver que se podía hacer sobre el caso. Decidieron entonces crear un símbolo de paz - el arcoiris. En él colocaron cada uno de los colores y les mostraron los resultados.

Fue al ver que la armonía entre los diversos tonos daba una belleza difícil de encontrarse, algo mágico y soñador; al percatarse que cada uno tenía algo que complementaba al otro y cada uno tenía un valor específico, que los colores pararon la guerra y nunca más se pusieron a pelear



lunes, septiembre 26, 2005

El ángel de los niños

Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le dijo a Dios:

- me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ..... ¿ Cómo viviré tan pequeño e indefenso que soy?.
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando: el te cuidara.
- pero dime: aquí, en el cielo, no hago mas que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantara, te sonreirás todos los días, y tu sentirás su amor y serás feliz.
- ¿y como entenderé lo que la gente me diga, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?.
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñara a hablar.
- Y ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?.
- Tu ángel te juntara las manitos y te enseñara a orar.
- he oído que en la Tierra hay hombres malos.... ¿quién me defenderá?.
- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
- pero estaré siempre triste por que no te veré mas Señor.
- Tu ángel te hablara de mí, y te enseñara el camino para regresar a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso, repetía suavemente:

- Dios mío, si ya me voy dime el nombre. ¡Cómo se llama mi ángel!.
- Su nombre no importa, tu le dirás MAMÁ.



sábado, septiembre 24, 2005

Reflexión de Pablo Neruda

Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tu has hecho lo que querías en tu vida. Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error. Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y mas en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán. Aprende a nacer desde el dolor, y a ser mas grande que el mas grande de los obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejaras de ser un títere de las circunstancias porque tu mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. TU eres parte de la fuerza de tu vida; ahora despiértate, lucha, camina, decídete y triunfaras en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda



miércoles, septiembre 21, 2005

Las mujeres somos como manzanas en los árboles...

Las mejores están en la copa del árbol. Los hombres no quieren alcanzar las mejores, porque tienen miedo de caer y herirse. En cambio, toman las manzanas podridas que han caído a tierra y que aunque no son tan buenas, son fáciles de alcanzar.

Así que las manzanas que están en la copa del árbol, piensan para si, que algo está mal con ellas, cuando en realidad, "Ellas son grandiosas". Simplemente tienen que ser pacientes y esperar a que el hombre correcto llegue, aquel que sea lo suficientemente valiente para trepar hasta la cima del árbol por ellas.

No nos caigamos para ser alcanzadas, quien nos necesite y quiera hará TODO para alcanzarnos.... La mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior. Sino del lado para ser igual, debajo del brazo para ser protegida, y al lado del corazón para ser amada...




lunes, septiembre 19, 2005

El cuento del "no sé"

No sé, repetía a menudo, es que no sé si hacerlo. Ten en cuenta que aún no he vivido lo suficiente, aún puede que llegue algo distinto a mi vida. Es que no sé, tal vez me vaya a equivocar, puede que, no sé, sea demasiado pronto...o no sé... quizá demasiado tarde...

El abuelo escuchaba, no hacía otra cosa, sentado en su sillón escuchaba. La conversación proseguía, más bien el monólogo, lento, a pausas, entrecortado... No sé si arriesgarme, no sé que sucedería si... yo es que no sé si tiene sentido dar ese paso...

De repente el abuelo se levantó, prosigue hablando, no me hagas mucho caso, yo es que voy a terminar unas cosillas que tengo pendientes, le dijo con voz amigable. El hombre continuó, es que en realidad "no sé" si debo contarlo, "no sé" si debería permitir que mi vida... porque "no sé" si es algo que deba creer casi es que "no sé" si debería dejar de hablar... el abuelo cogiendo un largo madero, unos clavos y un viejo martillo comenzó a apuntalar su vieja puerta. Primero clavaba uno... luego una pausa y otro... y luego otro más. Proseguían las dudas, los no sé si... los no sé si no... y el abuelo clavaba, con fuerza, uno más y otro y otro...

Después de transcurrida una hora dejó de clavar, se volvió hacia él y le dijo interrumpiéndole: mira, ven acércate, he ido poniéndole clavos a esta madera y sujetándola a la puerta, dime, dijo con voz autoritaria ¿qué es lo que ves? El hombre miró fijamente a la puerta vio lo que había estado haciendo su abuelo y dijo: pues has estado apuntalando tu puerta posiblemente porque se acerca el invierno y no deseas que un golpe fuerte de viento la derribe.

Entonces el abuelo contestó, tienes razón, pero lo he hecho utilizando tus palabras "no sé", para ir dando golpes certeros a la madera, mis manos ya son muy torpes y tus "no sé" eran tan claros... tenían tanto ritmo... que he pensado que si los aprovechaba me iban a hacer tener más precisión al golpear... y has dicho tantos... que he ido terminando un trabajo que había dejado pospuesto por desidia hasta que lo he concluido. ¿qué te parece mi puerta ahora?

¿Tratas de decirme algo? le dijo el hombre mirándole atónito ante su explicación.

Sí, algo muy importante que quiero que siempre recuerdes, le dijo entonces con ternura: las dudas no aportan ninguna solución, no desentrañan problemas, no atraen soluciones pero si las callas... nunca podrán motivar a otra persona a hacer algo útil.