lunes, julio 31, 2006

La sinceridad

La sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza…

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto parece muy sencillo, pero muchas veces cuesta más de lo que se cree. Se utilizan las ‘’mentiras piadosas’’ para ocultar cualquier cosa que para nosotros es una tontería, pero que en realidad a la persona que mientes haces daño, y esta pequeña mentira que en un principio nos es nada se va haciendo más y más grande hasta que la verdad se acaba sabiendo y sorprendiendo a quien mientes.

La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se demuestra por medio de nuestras actitudes.

Cuando se aparenta lo que no somos (en la edad, trabajo, amistad…) se tiende a aparentar lo que no se es (más joven, inteligente, educados…) Si se descubre la gran mentira que nos han hecho creer se nos viene a la memoria el refrán: ‘’Dime de que presumes… y te diré de que careces’’ y entonces se produce una gran desilusión ya que se pierden las esperanzas de lo que la persona no es en realidad.

También indicar que ‘’decir’’ siempre la verdad con palabras es una parte de la sinceridad, pero también hay que ‘’actuar’’ acorde con la verdad.

Para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad la incomoda debemos utilizar las palabras, las expresiones correctas ya que el primer propósito es ‘’ayudar’’ a esa persona, y esto es necesario para que la persona escuché y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.

La sinceridad también requiere valor ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga por ejemplo, el no decir la verdad no se puede justificar con no decirlo con el perder una buena amistad o por el concepto que se tiene de la persona.

La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.

Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.

A medida que nos vamos haciendo más mayores, la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse en un elemento básico para vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad.



viernes, julio 28, 2006

"Esto también pasará"

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- manténlo escondido en el anillo. Abrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:

Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARA”.

Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.

Entonces el anciano le dijo:
-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.



miércoles, julio 26, 2006

Una gran mariposa

Una gran mariposa multicolor y vagabunda volaba una noche en la oscuridad, cuando vió a lo lejos una lucecita... Inmediatamente torció en aquella dirección y, cuando estuvo cerca de la llama, se puso a girar ágilmente en torno de ella, mirandola maravillada. !Qué hermosa era!.

No contenta con admirarla, la mariposa comenzó a pensar que con ella podía hacer lo mismo que con las flores olorosas.

Se alejó, dió la vuelta y dirigiendo valerosamente su vuelo hacia la llama, pasó volando por encima de ella.. ¡Se encontró aturdida al pie de la luz! Asombrada se dio cuenta de que le faltaba una pata y...¡las puntas de sus alas se le habían chamuscado!

-¿Qué me ha sucedido? - se preguntó, sin encontrar explicación.

De ningún modo podía admitir que de una cosa tan bella como una llama pudiese venir ningún daño; así que, después de haber recuperado algo las fuerzas, de un aletazo emprendió el vuelo.

Revoloteó unos instantes y de nuevo se dirigió hacia la llama para posársele encima. Pero enseguida cayó abrasada, en el aceite que alimentaba la llama.

-Maldita luz- murmuró la mariposa al borde de la muerte-.

Creí encontrar en tí la felicidad, y en lugar de ella he hallado la muerte. Lloro por mi loco deseo, porque te he conocido demasiado tarde, y para daño mío, tu naturaleza peligrosa.

-!Pobre mariposa! -respondió la luz- .Yo no soy el sol, como ingenua creíste. Yo sólo soy una llama y el que no sabe usarme con prudencia se quema.

Pregunta:
Y tú?... ¿Eres llama? ¿Eres mariposa?, seguramente que ya te has quemado alguna vez ¿verdad?
Nunca olvides que las cosas que te atraen, pueden hacerte daño, son las cosas que no te atraen las que muchas veces te pueden hacer feliz.

Dime .piensa... ¿Eres mariposa? ¿Eres llama? ¿Qué eres?



viernes, julio 21, 2006

CUANDO TE HABLEN MAL DE UN AMIGO


En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos.

Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto -replico Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- ¿Triple filtro?
- Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir.

Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.



El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente sólo escuché sobre eso y..
- Bien -dijo Sócrates-, entonces realmente no sabes si es cierto o no.

Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad . ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario...
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.

Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad . ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no.
- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¿para qué querría yo saberlo?

Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de tus amigos(as) cercanos(as) y queridos(as).

La amistad es algo invaluable, nunca pierdas a un(a) amigo por algún mal entendido o comentario sin fundamento.